
Parte IV – El regreso de la música sinfónica
1.- John Williams
el renacimiento de la música orquestal
Williams era buen amigo de George Korngold, productor musical con el que había trabajado, y aún trabajaría, muchas veces. Le pareció que aquella película de fantasía espacial era ideal para resucitar el espíritu de las grandes películas de aventuras de la época dorada de Hollywood que tan bien había ilustrado musicalmente el padre de su amigo, Erich Wolfgang Korngold. Así que le propuso a George rendir homenaje a ese mundo e inspirar su nueva partitura en el estilo de su padre, en concreto en uno de sus dramas: «King’s Row». De ahí salió el estilo general, la base de algunas melodías (como la celebérrima obertura; la ambientación del desierto de Tatooine, por otro lado, parece tomada de «El ladrón de bicicletas» de Cicognini, y la música de las batallas aéreas en la Estrella de la Muerte es claramente deudora del trabajo de William Walton para «La batalla de Inglaterra») y la estructura en torno a varios poderosos y reconocibles leitmotifs que van caracterizando a los principales personajes, lugares y temas.
John Williams ya había comenzado su trayectoria en los años 50 y tenía una interesante carrera en el mundo del cine y la televisión, donde había trabajado con gigantes como Alfred Newman, Bernard Herrmann y Henry Mancini. A lo largo de esos años había destacado por su versatilidad a la hora de enfrentarse a partituras tanto de base orquestal como de jazz, por su facilidad para crear canciones pegadizas, y por la profundidad y riqueza de sus arreglos. Hacía poco había ganado un Oscar con la original y eficaz banda sonora de «Tiburón» (con su famoso y aterrador leitmotif de solo dos notas, ¿se puede lograr más con menos?), pero fue «Star Wars» lo que le dio una fama y popularidad sin precedentes. En pocas semanas se convirtió en número uno y en uno de los discos de música sinfónica más vendidos y reeditados de la historia.
Y el éxito no solo le salpicó a él, sino a la música orquestal en general. Poco a poco se fue renovando el interés en ese tipo de composiciones, y fueron más y más los directores y productores interesados en contar con bandas sonoras de ese tipo.
El estilo de Williams,se puede resumir en cuatro elementos:
Una increíble capacidad para crear temas bellísimos que encajan a la perfección en la historia, revelando y definiendo lo que Herrmann había llamado el alma de la película.
Absoluto dominio de todos los códigos y recursos narrativos de la música de cine. Sabe cuándo debe ser poderosamente expresivo para completar y elevar la imagen, y también cuando sus composiciones han pasar a segundo término y ser melódicamente insignificantes para no interferir en la acción dramática. Domina los leitmotifs, las matizaciones, la atmósfera, el ritmo, la ironía, el acompañamiento… e incluso el uso de los silencios musicales.
Pese a que lo asociamos con la gran música orquestal, casi de corte neorromántico, es un músico muy versátil que sabe incorporar elementos del jazz, del folklore, de la música de vanguardia, de la electrónica e incluso de la popular, cuando es necesario.
Profundidad y complejidad. Sus orquestaciones, sus armonías y su sucesión de melodías son riquísimas incluso para los momentos más aparentemente insignificantes. Su dominio de la polifonía y el contrapunto, y el cómo consigue que eso no ahogue la melodía o la acción, sino que la potencie, es un verdadero milagro. Sus piezas, incluso las más conocidas, al oírlas una y otra vez, siempre deparan alguna sorpresa. En esto habrá que darle algo de mérito a su habitual colaborador y arreglista, Herbert W. Spencer.
John Williams, con una trayectoria que ya supera el medio siglo, ha dominado las últimas cuatro décadas de la música de cine en cuanto a popularidad y calidad, convirtiéndose en el compositor de cine más popular de la historia.
Peliculas
Because They're Young (1961)
Star Wars Episode IV: A New Hope (1977)
Always (1989)
Star Wars Episode I: The Phantom Menace (1999)
2.- Ennio Morricone
reinventando los géneros
Quizá Morricone no posee la complejidad y riqueza de Williams, ni la originalidad de Goldsmith, pero hay que reconocerle inspiración y, sobre todo, capacidad para encontrar nuevos timbres y vías de expresión en géneros que ya parecían completamente definidos.
El mejor ejemplo es el western, cuya música, o al menos la música que la gente asociaba con ese género, había sido casi siempre de inspiración coplandiana. Sin embargo, a través de sus colaboraciones con Sergio Leone (y muchos otros westerns, unos 40, que ilustró), Morricone reescribió el lenguaje del western con un estilo y unas instrumentaciones completamente diferentes. Para elloo partió tanto de una serie de sencillas melodías, muy originales y pegadizas, como del análisis de los elementos propios de esos westerns, para que pareciese que la música brotaba directamente de ellos.
Así, la famosa melodía de «El Bueno, el Feo y el Malo», aparece por primera vez acompañando el aullido de un coyote y, de hecho, imita ese sonido. Luego sonará sobre los tres personajes principales, asociando el leitmotif no a la melodía (que es la misma para los todos, pues son tres caras de la misma historia) sino al instrumento que la toca: ocarina, flauta o voces según es un pistolero u otro.
En «La muerte tenía un precio» el tema principal se inspira en la curiosa sonoridad de un instrumento tan vaquero como el arpa de boca, acompañado de silbidos, voces y una progresiva incorporación de instrumentos y percusiones de lo más dispar. ¿Y qué decir de la obsesiva armónica de «Hasta que llegó su hora»? No con un puñado de dólares, sino con un puñado de películas, Morricone reinventó la música del western.
Peliculas
El Federal(1961)
Por un puñado de dólares(1964)
Una pistola para Ringo(1965)
La muerte tenía un precio(1965)
El bueno, el feo y el malo(1966)
3.-Hans Zimmer y «Remote Control Productions»
la industrialización de la música
Hans Zimmer comenzó su carrera tocando el teclado y los sintetizadores en grupos de música electrónica como The Buggles (sale brevemente en el mítico videoclip «Video Killed the Radio Star», con una cazadora azul, delgadito y sin las entradas capilares que honradamente luce en la actualidad) o de new age, como Krisma. También compuso algunos temas publicitarios para anuncios de televisión, mundillo en el que conoció al compositor de bandas sonoras Stanley Myers (conocido por la preciosa «cavatina» que compuso para «El Cazador», de Michael Cimino) que le ayudó mucho en sus comienzos como músico de cine. Con él formó a principios de los ochenta un estudio de grabación en Londres para producir tanto discos como bandas sonoras. En él comenzaron a experimentar y jugar con la combinación de música orquestal y acústica con instrumentos eléctricos y música electrónica, un rasgo de estilo que aún caracteriza a Zimmer en la actualidad (aunque se ha ido inclinando cada vez más hacia lo orquestal).
En esa época compuso sus primeras bandas sonoras con Myers y obtuvo su primer gran éxito como productor con la partitura de Ryuichi Sakamoto, David Byrne y Cong Su para «El último Emperador», ganadora del Oscar a la mejor banda sonora.
Zimmer posee un cierto conocimiento del mundo de la música y no se corta a la hora de buscar inspiración donde sea. Así, en «Amor a quemarropa» basó la pieza principal de su partitura en una suave versión electrónica del «Gassenhauer» que Carl Orff y Gunild Keetman, a su vez, habían rescatado de los trabajos de Hans Neusiedler, un músico del siglo XVI. En «Gladiator» se inspiró en el «Marte» de Gustav Holst, combinándolo con agresivos ritmos de vals y piezas más líricas para la etérea voz de Lisa Gerrard. En «Hannibal» volvió su vista hacia Herrmann y, al igual que en partes de «Ciudadano Kane», jugó con una orquesta formada solo por instrumentos de viento. Para «The Power of One» buscó inspiración viajando por África y escuchando la música popular de ese continente. En «Sherlock Holmes» se nota la influencia de Bregovic y Bajramovic. Y así podríamos seguir. Zimmer no suele ocultar estas fuentes, igual que no se corta a la hora de describir el sistema de trabajo colectivo que se emplea en su estudio en el que, aunque solo uno firme, es posible que muchos otros hayan trabajado con él a la hora de componer o arreglar la música (esto les ha causado problemas en alguna nominación a los Oscar).
Puede gustar más o menos, y Zimmer y su sistema tiene tantos detractores como admiradores, pero hay que reconocer que él es quien domina el presente de la música de cine. Para bien... o para mal.
Peliculas
Paper house(1988)
Black Rain(1989)
Días de trueno(1990)
A propósito de Henry(1991)
El rey león(1994)
El príncipe de Egipto(1998)
Gladiator(2000)
El último samurái(2003)
4.- Howard Shore
el regreso de las grandes suites sinfónicas
Antes del año 2001 Howard Shore era un interesantísimo compositor canadiense que había trabajado con David Cronenberg en una serie de complejas y atmosféricas bandas sonoras con las que sabía crear, combinando orquesta y sonoridades electrónicas, las opresivas y aterradoras melodías que las películas de ese autor requerían. Esa capacidad para el misterio y lo inquietante también la había desplegado en sus colaboraciones con David Fincher («Seven», «The Game») o en la extraordinaria partitura de su obra más conocida hasta esa fecha: «El silencio de los corderos». También había demostrado que sabía moverse bien en otros géneros, como la comedia («Big», «Señora Doubtfire», «Analize This») y todo tipo de dramas («Copland», «The Yards», «Ed Wood»). Pero… ¿cine fantástico y de aventuras?, ¿épica…? ¿Howard Shore? ¿En serio? ¿No sería mejor confiar en un autor con más experiencia en ese campo o en la omnipresente, ya de aquellas, «Media Ventures»?
Con el estreno de la primera parte de «El Señor de los Anillos» quedó claro que la apuesta de Peter Jackson por el compositor canadiense había sido todo un acierto. Críticas fastuosas en todo el mundo, millones de discos vendidos, tres premios Oscar (dos por las bandas sonoras de la primera y tercera parte, y uno por la canción «Into the West»), tres Grammys (uno por cada parte de la trilogía) y un Globo de Oro.
Hoy, cualquier aficionado al cine sabe quién es Howard Shore y conoce la música de esa gran saga épica. Y es que realmente esa composición, tomada como un todo, como una mega-partitura de más de 12 horas, es un proyecto sin precedentes en la historia del cine, algo impresionante y lleno de belleza.
El éxito de esta música ha sido tal que el propio Howard Shore ha hecho como los grandes compositores británicos de clásica de mediados de siglo: ha creado una suite de casi dos horas a partir de la obra completa y la representa, de vez en cuando, en diferentes lugares del mundo. Su éxito es siempre total.
Si John Williams devolvió la popularidad a las bandas sonoras sinfónicas con «Star Wars», hay que reconocerle a Howard Shore y esta asombrosa obra su contribución en mantener vivo y sano ese interés.
Peliculas
Jo, ¡qué noche! (1985)
El silencio de los corderos (1991)
La verdad sobre perros y gatos (1996)
El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo (2001)
El Señor de los Anillos: las dos torres (2002)
El Señor de los Anillos: el retorno del Rey (2003)
La saga crepúsculo: Eclipse (2010)
El hobbit: un viaje inesperado (2012)
El hobbit: la desolación de Smaug (2013)
El hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos (2014)



